domingo, 4 de septiembre de 2022

¿CUÁNTAS VECES HAY QUE PERDONARLA?

Relatos patagónicos

Ella, Alberto y Sergio formaron un trio diabólico.


Cuentos de la Biblia y el calefón


Según el evangelio de San Mateo versículo 18:20 que dice “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Dicho así, la frase a primera vista apunta por lo menos a tres personas o más.  

La frase es religiosa, no tiene nada que ver con la política. 

Aunque en épocas confusas, esa liturgia inequívoca la usan los líderes políticos como forma de adoctrinamientos con la finalidad de obtener un fundamentalismo extremo a modo de credo.

Y desde los símbolos, los gestos, y los canticos, de la multitud siempre una persona está en el medio de todo y sus seguidores repiten como el Padre Nuestro las enseñanzas de su líder.

El Evangelio continúa luego con Pedro formulando la siguiente pregunta:

 “Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?

Entendemos que hubo alguno de los tres, o tal vez los tres que se traicionaron mutuamente. Acá si se puede referir a la política. Todos sabemos que estos muchachos y muchachas se amigan, se pelean y luego se vuelven a amigar. Es decir, se perdonan…

¿Y cómo termina la frase bíblica? ¿Qué le responde Jesús?

Te digo setenta veces siete

Que misericordioso que es el Evangelio. Es una metáfora para decir siempre. 

Haga lo que haga, siempre hay que perdonar.

Creo que lo vimos en nuestra argentina con el “trio presidencial”. Se insultan, se descalifican, se enemistan, se tratan de traidores, se mandan a suturar el ort., se acusan, se tratan de bolu…  dicen que van a poner presos a los ñoquis y finalmente luego de setenta veces siete, se perdonan, siempre se perdonan, como si nada hubiese pasado. Más evangélico no puede ser. Si todo el mundo se perdonara como ellos seríamos en verdad todos hermanos.

Isabel Sarli fue la precursora

Leopoldo Torres Nilsson filmó una película con Isabel Sarli en la que se anticipa esta historia de culpas y perdones.

Coincidentemente la película se llamó "Setenta veces siete", igual que la frase bíblica.

Se estrenó un 30 de agosto de 1962 y la trama es una mujer viviendo en la inmensa, fría y ventosa Patagonia Argentina junto a su compañero sobreviviendo de la dificultad de no tener agua potable.

El lugar es inhóspito, y sobreviven en la paz del desierto, hasta que un día advierten gritos y ven como un delincuente corre en dirección a su rancho, perseguido por otros hombres.

De repente se siente un disparo que impacta en el delincuente y este cae en un pozo cavado no muy profundo.


Con todo el dinero robado Sergio a punto de caer al pozo

Isabel Sarli baja al pozo para auxiliar al malhechor y advierte que está vivo. Pero ella con su pie empuja arena sobre su cabeza y les dice a los policías que el hombre había muerto.

Luego les dice a los policías que se retiren, que su esposo taparía con la misma tierra del pozo abierto.

Isabel Sarli es una mujer astuta. Tenía un plan muy ambicioso. Solo será cuestión de tiempo conocer los planes que hará con los dos hombres.

En la película, el conviviente y el malhechor no tenían nombre, para que se entienda mejor voy a ponerle dos nombres al azar.

Al esposo yo lo llamaría Alberto, y al delincuente le pondría Sergio.

Resulta que el esposo, estaba con ella por conveniencia, un hombre de poco talento, ambicioso y dominado por ella. Él daba la cara por ella, le proporcionaba casa y ovejas para la comida, pero tampoco era buena persona, había traicionado a muchos, era ineficiente y tenía varios cadáveres en el ropero.

La estrategia de Cristina, perdón de Isabel Sarli (me equivoqué) era usar a esos dos hombres, Alberto y Sergio a su provecho.

La mentira de decir que Sergio estaba muerto solo fue para alejar a la policía y de esa manera puso a los dos hombres a trabajar en la búsqueda de agua. El lugar árido y desértico de la Patagonia hacía que las napas se encontraran muy profundas y un hombre no podría hacerlo solo, entonces cavarían entre los dos.

Día tras día los dos hombres extenuados trabajaban de sol a sol, para ella y lo inhóspito  de la meseta, la escases de los recursos y la presión de la mujer, los degastaba por demás.

Isabel Sarli se encargaba de prepararles el almuerzo y la cena y daba las ordenes sin aceptar ninguna disculpa. Después de todo los dos hombres tenían deseos de ser aceptados por ella y soñaban con un destino prometedor junto a esa mujer deseada.

Un día Sergio le confiesa en secreto que había robado un banco, razón por la que lo perseguían, y le ofrece compartir el botín, y escaparse con Isabel Sarli, solo habría que deshacerse de su marido.

Ese mismo día Alberto le dice que descubrió en las alforjas de Sergio, el delincuente, y que solo era cuestión de robarle, enterrarlo en el pozo y huir.

Ambos querían fugarse con el dinero y la mujer.


Pozo en el que quedaron Alberto y Sergio

Pero Isabel le pidió las alforjas a Sergio retiró la soga que usaban de escalera para subir a la superficie y dejó a los dos hombres abandonados.

Después de 60 años del estreno cuantas versiones se podrían escribir hoy.

 

La Biblia y el calefón fue un programa de televisión humorístico argentino conducido por Jorge Guinzburg, aunque la frase deriva de una estrofa del popular tango argentino "Cambalache", compuesto por Enrique Santos Discépolo, en 1934.