domingo, 4 de septiembre de 2022

¿CUÁNTAS VECES HAY QUE PERDONARLA?

Relatos patagónicos

Ella, Alberto y Sergio formaron un trio diabólico.


Cuentos de la Biblia y el calefón


Según el evangelio de San Mateo versículo 18:20 que dice “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Dicho así, la frase a primera vista apunta por lo menos a tres personas o más.  

La frase es religiosa, no tiene nada que ver con la política. 

Aunque en épocas confusas, esa liturgia inequívoca la usan los líderes políticos como forma de adoctrinamientos con la finalidad de obtener un fundamentalismo extremo a modo de credo.

Y desde los símbolos, los gestos, y los canticos, de la multitud siempre una persona está en el medio de todo y sus seguidores repiten como el Padre Nuestro las enseñanzas de su líder.

El Evangelio continúa luego con Pedro formulando la siguiente pregunta:

 “Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?

Entendemos que hubo alguno de los tres, o tal vez los tres que se traicionaron mutuamente. Acá si se puede referir a la política. Todos sabemos que estos muchachos y muchachas se amigan, se pelean y luego se vuelven a amigar. Es decir, se perdonan…

¿Y cómo termina la frase bíblica? ¿Qué le responde Jesús?

Te digo setenta veces siete

Que misericordioso que es el Evangelio. Es una metáfora para decir siempre. 

Haga lo que haga, siempre hay que perdonar.

Creo que lo vimos en nuestra argentina con el “trio presidencial”. Se insultan, se descalifican, se enemistan, se tratan de traidores, se mandan a suturar el ort., se acusan, se tratan de bolu…  dicen que van a poner presos a los ñoquis y finalmente luego de setenta veces siete, se perdonan, siempre se perdonan, como si nada hubiese pasado. Más evangélico no puede ser. Si todo el mundo se perdonara como ellos seríamos en verdad todos hermanos.

Isabel Sarli fue la precursora

Leopoldo Torres Nilsson filmó una película con Isabel Sarli en la que se anticipa esta historia de culpas y perdones.

Coincidentemente la película se llamó "Setenta veces siete", igual que la frase bíblica.

Se estrenó un 30 de agosto de 1962 y la trama es una mujer viviendo en la inmensa, fría y ventosa Patagonia Argentina junto a su compañero sobreviviendo de la dificultad de no tener agua potable.

El lugar es inhóspito, y sobreviven en la paz del desierto, hasta que un día advierten gritos y ven como un delincuente corre en dirección a su rancho, perseguido por otros hombres.

De repente se siente un disparo que impacta en el delincuente y este cae en un pozo cavado no muy profundo.


Con todo el dinero robado Sergio a punto de caer al pozo

Isabel Sarli baja al pozo para auxiliar al malhechor y advierte que está vivo. Pero ella con su pie empuja arena sobre su cabeza y les dice a los policías que el hombre había muerto.

Luego les dice a los policías que se retiren, que su esposo taparía con la misma tierra del pozo abierto.

Isabel Sarli es una mujer astuta. Tenía un plan muy ambicioso. Solo será cuestión de tiempo conocer los planes que hará con los dos hombres.

En la película, el conviviente y el malhechor no tenían nombre, para que se entienda mejor voy a ponerle dos nombres al azar.

Al esposo yo lo llamaría Alberto, y al delincuente le pondría Sergio.

Resulta que el esposo, estaba con ella por conveniencia, un hombre de poco talento, ambicioso y dominado por ella. Él daba la cara por ella, le proporcionaba casa y ovejas para la comida, pero tampoco era buena persona, había traicionado a muchos, era ineficiente y tenía varios cadáveres en el ropero.

La estrategia de Cristina, perdón de Isabel Sarli (me equivoqué) era usar a esos dos hombres, Alberto y Sergio a su provecho.

La mentira de decir que Sergio estaba muerto solo fue para alejar a la policía y de esa manera puso a los dos hombres a trabajar en la búsqueda de agua. El lugar árido y desértico de la Patagonia hacía que las napas se encontraran muy profundas y un hombre no podría hacerlo solo, entonces cavarían entre los dos.

Día tras día los dos hombres extenuados trabajaban de sol a sol, para ella y lo inhóspito  de la meseta, la escases de los recursos y la presión de la mujer, los degastaba por demás.

Isabel Sarli se encargaba de prepararles el almuerzo y la cena y daba las ordenes sin aceptar ninguna disculpa. Después de todo los dos hombres tenían deseos de ser aceptados por ella y soñaban con un destino prometedor junto a esa mujer deseada.

Un día Sergio le confiesa en secreto que había robado un banco, razón por la que lo perseguían, y le ofrece compartir el botín, y escaparse con Isabel Sarli, solo habría que deshacerse de su marido.

Ese mismo día Alberto le dice que descubrió en las alforjas de Sergio, el delincuente, y que solo era cuestión de robarle, enterrarlo en el pozo y huir.

Ambos querían fugarse con el dinero y la mujer.


Pozo en el que quedaron Alberto y Sergio

Pero Isabel le pidió las alforjas a Sergio retiró la soga que usaban de escalera para subir a la superficie y dejó a los dos hombres abandonados.

Después de 60 años del estreno cuantas versiones se podrían escribir hoy.

 

La Biblia y el calefón fue un programa de televisión humorístico argentino conducido por Jorge Guinzburg, aunque la frase deriva de una estrofa del popular tango argentino "Cambalache", compuesto por Enrique Santos Discépolo, en 1934.

 


viernes, 7 de agosto de 2020

Diagnóstico Médico (Dr. House) en tiempos de Covid



 Diagnóstico médico en tiempos de Covid 

Capítulo inédito de la seríe.


Telefonista -Doctora Lisa Cuddy está llamando la esposa de un paciente de cincuenta y nueve años de edad. Ella está asustada, cree que su marido tiene síntomas de Covid 19

Dr. Lisa - ¿De dónde es el llamado?

Telefonista – De la Provincia de Buenos Aires.

Dr. Lisa – Uy, qué problema. La provincia está estallando de contagios. ¿Y cómo sabe que su marido puede ser sospechoso de Covid 19?

Telefonista – Dice la señora que su marido se agita al respirar y que tiene un ataque de diarrea.

Dr. Lisa - ¿Diarrea?

Telefonista – Sí. Dice que vio a los infectologos por televisión y que ahora el Covid se manifiesta de esa manera.

Dr. Lisa - ¿Qué lo lleven a Tecnopolis?

Telefonista – Doctora, la señora insiste, dice que tiene el plan 410.

Dr. Lisa – Mándele a la doctora Allison Cameron con un ambulancia, pero que  el Dr. House ni se entere de esto, porque la tiene entre cejas. Sobre todo cuando hace los primeros diagnósticos.

Telefonista – No se haga problema doctora. Yo misma le voy a avisar.


Así pasará consulta Lisa Edelstein en la 2ª temporada de The good ...
Doctora Lisa Cuddy


La doctora Allison se encontraba en la cafetería del Sanatorio de la Trinidad de Palermo y ante decenas de miradas de sus colegas a la hora del refrigerio, llamaba la atención limpiando la cucharita, el platito, el borde y el asa del pocillo de café con un frasco de alcohol en gel que ella siempre acostumbra llevar en su cartera. Los que la conocen saben que es tremendamente pulcra y obsesiva por la limpieza y desinfección de todo lo que ella toca. Incluso su rostro juvenil y su cabello está cuidado por demás, hasta su ropa planchada, almidonada y perfumada son parte de su personalidad. Ella luchó por estar en el equipo del Dr. House y sabe que debe cumplir con todos los protocolos a la perfección. Si la orden es cuidarse. Ella se cuidará mucho más de lo que le exigen. Su frase de cabecera es “no hay que correr riesgos”, “es mejor prevenir”. 

Minutos después en el tocador del baño de damas se cruza con la telefonista que la observa mirarse al espejo y dedicarle un tiempo prolongado a su arreglo personal. Intercambian saludos y la telefonista le dice -creo que tenés que viajar hasta Húrlingham. Si bien no llevaba consigo el papel con la indicación y su recuerdo no era preciso, continúa diciendo – creo que hay un positivo de Covid 19-. Se miran mutuamente y la Dra. Allison, tal como soldado que tiene que hacer una misión peligrosa, sale disparada a la recepción. Toma el mensaje y sin leer las indicaciones sale a cumplir con su trabajo. Prepara todo su equipo de protección: barbijo, máscara, delantal de plástico, guantes. Acelera su auto y dice: “quiero llegar antes que oscurezca”. Hay zonas peligrosas en el AMBA. La palabra AMBA se empezó a usar hace poco tiempo, se refiere al área metropolitana de Buenos Aires para diferenciar a la Ciudad de Buenos Aires, capital de la Argentina con la provincia de Buenos Aires, la más grande y rica de la Argentina. Pero específicamente el área metropolita es una zona donde una avenida separa un ámbito urbano de muchos millones de habitantes que cruzan diariamente de un lugar a otro. Precisamente en ese lugar los casos de Covid 19 se multiplican exponencialmente por la situación precaria de sus habitantes que viven en villas de emergencia donde familias enteras conviven hacinadas en reducidas habitaciones y las formas de aislarse y cuidarse no existen.

Qué fue de los actores de Dr. House? Así lucen en la actualidad
Doctora Allison Cameron

La Dra. Allison manejaba su vehículo y no dejaba de imaginar el lugar al que fue enviada. Sabía que ella corría un alto riesgo de contagio y por lo tanto trataría de atender y retirarse rápido porque la inseguridad, también era otro peligro. Mientras manejaba escucha la radio y la noticia del día era el crecimiento de casos y muertes. El periodista describía una situación dramática y se escucha la voz del Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires preocupado por la falta de camas, respiradores, terapia intensiva y profesionales de la salud. La descripción era patética, las informaciones daban cuenta que de seguir creciendo los contagios la situación se iba desbordar.

 

Patricia - Buenas tardes doctora.

Dra. Allison – Buenas tardes. ¿Qué síntomas tiene su esposo?

Patricia – Ahora lo va a ver. Está acostado en el dormitorio. Por lo que escuché en televisión podría ser Covid 19

Dra. Allison- Sí. ustedes están entrando en una edad crítica y si bien por acá se ve todo tranquilo y aislado, en el AMBA se multiplican los casos.

Patricia- A veces con mi marido salimos a caminar. No siempre porque él dice que yo  camino rápido, pero estos días me acompañó y lo noté agitado cuando respiraba.

La doctora Allison se acercó a la habitación donde estaba el paciente y de lejos le empezó a hacer preguntas. Siguió los protocolos que marca el Ministerio cuando hay un caso sospechoso de Covid 19. El marido respondía con certezas el interrogatorio, pero confundido porque ninguna de las preguntas se ligaba a su padecer.  Hasta que la galena le dijo – Pero su esposa me dijo que usted se agita al respirar.

El matrimonio de más de treinta años de convivencia, se miraron fijamente, clavándose cada uno sus propios ojos en los ojos del otro. Solo la vista alcanzaba, porque el resto de la cara lo tenían cubierto con un barbijo. Y el ensordecedor silencio fue roto por la doctora Allison cuando dijo “hay que activar” y repitió “vamos a tener que activar”.

Las dos mujeres se miraron convencidas, asintiendo con la cabeza. Mientras Patricia decía “si, es lo mejor”. Su marido que no entendía la frase con voz alta le pregunta a la doctora. “¿Qué hay que activar?”. El protocolo señor- respondió- Usted por sus síntomas está sospechado de estar contagiado de Covid 19. Mire es mejor prevenir riesgos –remarcó la profesional de la salud- mientras abría una cartilla de hospitales y sanatorios.

Patricia - ¿Y cómo va a hacerlo?

Dra. Allison- Voy a pedir una ambulancia para que lo hisopen, así nos sacamos las dudas.

Patricia - ¿Y dónde lo van a llevar?

Dra. Allison- ¿Alguna vez se internaron?, ¿conocen?, ¿Usted tiene un plan que puede elegir el lugar?

Patricia – Sí. En la Trinidad de Palermo o al Hospital Británico, cualquiera de los dos.

Dra. Allison – Tenga un poco de paciencia, el ambulancia va a tardar algunas horas. Pero es lo más seguro.

Patricia – La acompaño hasta la puerta

Dra. Allison – ¿Ustedes tienen más de una habitación en esta casa?

Patricia – Si

Dra. Allison – ¿Y tienen dos baños?

Patricia – No. Uno solo. ¿Por qué?

Dra. Allison – Por si hay que aislarlo… Bueno cualquier cosa limpie bien el baño y desinféctelo.


Top Secret: Season 3 Episode 16: originally broadcast on Fox on ...
equipo médico

Pasaban las horas y Patricia muy prolijamente ya le había preparado el bolso a su marido. Tres remeras, tres calzoncillos, tres pares de medias, un suéter, pantuflas, cepillo de dientes, una toalla. Hasta le prestó una batería para cargar teléfonos móviles por las dudas que su teléfono que estaba con la máxima batería tuviera la carga necesaria para varios días.

 

Ya casi son las dos de la madrugada y en el barrio tranquilo de casas bajas la noche es silenciosa. La calle es una cortada y solo circula algún vecino de no más de cien metros a su alrededor porque es el fin del barrio. La madrugada solo es interrumpida por el camión recolector de la basura que todas las noches a las dos en punto activa su palanca para compactar la basura justo frente a mi ventana y como a las tres y media se escucha la campanilla de la barrera ferroviaria a unos seiscientos metros de distancia. Cuatro y veinticinco pasa el siguiente tren y antes de amanecer los gallos, las gallinas, jilgueros, zorzales y otras aves empiezan con sus cantos matutinos.

Tapado por los sonidos del camión recolector se estacionó la ambulancia con sus luces, iluminando la madrugada pueblerina. Mi esposa sale a la puerta pero el Doctor Eric Foreman le indica que se quede en la casa y espere el llamado telefónico.

Minutos después el otro doctor acompañante Robert Chase me llama y dice: Señor quédese tranquilo, ya lo vamos a llevar. Nosotros tenemos que vestirnos con un traje especial, cuando nos vea le vamos a parecer astronautas. No se asuste, es el protocolo. Cuando nosotros estemos preparados lo llamamos nuevamente.


El Dr Gregory House, Robert Chase, Lisa Cuddy imagen png - imagen ...

Para mi eran minutos interminables. Pasaban las dos de la madrugada, y no sabía a ciencia cierta que hacer. Ya había puesto en google drive todos mis estudios cardiológicos, gastrointestinales, respiratorios, radiografías y ecografías. En esa larga espera había hecho operaciones bancarias de próximos vencimientos por las dudas que no volviera. Incluso había cargado algunos libros en el ebook por si la internación se extendiera varios días. Pero también me carcomía una duda. Si no era nada. ¿Cómo hacía para volver a mi casa? Ya que el sanatorio no quedaba cerca y debía justificar mi presencia en la vía pública.

Cada segundo que corría era una eternidad. De repente suena el teléfono. Era el Dr. Chase nuevamente avisándome que ellos ya estaban listos. Le digo “no cuelgue”. Tengo una pregunta ¿Puedo llevar un bolso con ropa? El médico se toma unos segundos, por lo visto lo consulta. No. No es necesario, nosotros tenemos orden de llevarlo a realizar el hisopado y luego de traerlo nuevamente a su casa.

Miro a mi esposa y le digo. Voy a volver a casa, no te vas a librar tan rápido de mí.

Me abrigué, dejé el bolso, saqué el ebook y lo puse en mi bolsillo, en la puerta me espera un hombre con aspecto de astronauta. Escuché algunas persianas de algunas casas que se cerraban. El Doctor Foreman mantenía una prudencial distancia, abrió la puerta corrediza del ambulancia y me dijo: si quiere se puede acostar, sino viaje sentado. Luego cerró la puerta y partimos. Los ubiqué fácil por sus aspectos. Foreman era negro y Chase era rubio. A los pocos minutos les pregunté ¿A dónde me llevan? Ese fue todo el dialogo.

Felicidades! House cumple diez años desde su estreno - Series Adictos


 

No se cómo reciben a los primeros mandatarios en las cenas de gala o en los eventos oficiales, pero cuando llegué al Sanatorio de la Trinidad me sentí toda una autoridad.

La vigilancia, el portero, dos enfermeras y una médica, sabían mi nombre y me estaban esperando. Que placer enorme, me sentía famoso. Sinceramente no sé si otra vez en mi vida iba a tener un recibimiento igual.  Por otro lado me empezaba a angustiar. Yo no había dicho una sola palabra y un ejército de personas me conocía. La Dra. Lisa Cuddy, decana de medicina en persona no solo me recibió en el hall, además ella misma me llevó al ascensor. Marcó el segundo piso y me condujo a la habitación. A medida que recorríamos los pasillos otros enfermeros la saludaban y me saludaban por el nombre. Mientras caminamos me pregunta ¿Por qué lo traen y luego se lo llevan? Dijo con cara de desconcierto o dubitativa. Otra enferma le marca habitación de internación. Me pide que me siente en una silla y que la espere. Ella iba a preparar un protocolo para comenzar con el hisopado.

Quedo a solas, y empiezo a evaluar todo lo que podía pasar. Aprovecho de ir al baño privado para quedar listo luego. Me tomo mi tiempo. Me higienizo como corresponde. Me paso alcohol en gel. Tenía tiempo y nada me apuraba. Además no se sintió ningún ruido como si hubiera entrado nadie. Me miro al espejo y me digo. Que Dios me acompañe. Eran las tres de la madrugada.

Lentamente abro la puerta, y veo en la silla que había dejado minutos atrás, sentado al Doctor House con su bastón apoyado en su falda.


Dr. House habría matado al 50% de sus pacientes - Infobae

Dr. House- ¿Seguro que si te pido que tosas, no toses, verdad?

Pablo- No, doctor

Dr. House- ¿Tampoco te agitaste con todo lo que caminaste hasta llegar hasta acá?

Pablo- No, doctor.

Dr. House - ¿Vas a correr o andar en bicicleta?

Pablo – Si

Dra. Lisa- (entra a la habitación) ¿Dr. House que hace acá?

Dr. House - ¿Recién cuando fuiste al baño, hiciste caca?

Dra. Lisa- ¿Dr. House que son esas preguntas? No tiene nada que hacer a esta hora de la madrugada en el hospital. Por favor retírese.

Dr. House - ¿Es importante la pregunta? Contestá.

Pablo – No pude ir de cuerpo.

Dr. House – ¿Estuviste tomando crema de bismuto?

Pablo -  Si

Dr. House – Lo ve Dra. Lisa por eso no podía toser…

Dra. Lisa – House está acá para un hisopado por Covid 19

Dr. House – Acuéstese que lo voy a auscultar. ¿Dígame si le duele donde yo lo toco?

Dra. Lisa – Dr. House, al paciente hoy ya lo revisaron.

Pablo – No Dra. Lisa, esta es la primera vez me revisan. Hoy llamé a urgencias por una diarrea y la doctora de guardia me atendió a tres metros de distancia y me atendió creyendo que tenía Coronavirus. Yo la llamé por una diarrea y no me medicó nada, ni me preguntó que almorcé o cené.

Dr. House – Lo ves Lisa, trajimos un paciente a ocupar una cama y a hacer un hisopado por un diagnóstico equivocado.

Dra. Lisa - ¿Pero la diarrea y el agitamiento pueden ser casos de Covid 19?


Cuddy se separa de House
Dr. House y Dra Cuddy discutiendo 

Dr. House – Cuando camina solo no se agita, pero su esposa camina más rápido que él. Caminar a un ritmo distinto le hace consumir mayor cantidad de aire. Y tuvo una infección que le produjo una diarrea. La doctora domiciliaria no lo revisó, ni le preguntó que comió o bebió y lo mandó a un sanatorio pensando que tenía Covid 19. El paciente al ver que lo atendió por otro síntoma bebió crema de bismuto y ahora le produjo constipación.

Dra. Lisa – No lo puedo creer. Casi internamos a un paciente con diarrea junto a los de covid 19.

Dr. House –  Pensar que por un error en el diagnóstico médico se inutilizó un ambulancia, y habitación de internación, dos médicos, tres enfermeras y todo se solucionaba con dos pastillas de carbón y si lo llevaban a Tecnopolis se cagaba allá.


Misiones aporta 8.000 camas a la provincia de Buenos Aires para ...

 

 

 

 


jueves, 20 de septiembre de 2018

Ese Corazón me delata




Sobre un cuento de Edgar Allan Poe, adaptado para el género radioteatro por Pablo Demkow para cuatro actores.

Ese corazón me delata

Relator – El oficial de policía recorre el barrio y encuentra al viejo tratando de poner con dificultad la llave en la puerta de su propia casa. Aprovecha la oportunidad para advertirlo por un sujeto que merodea por las noches en el barrio.
Viejo – No le entiendo oficial
Oficial – Le digo que tenga cuidado, tuvimos algunas denuncias.
Viejo - Pero que pasa… ¿Es en verdad tan peligroso?
Oficial – Cuídese. Usted es una persona mayor, dicen que este hombre recorre el barrio todas las noches.
Viejo – Yo me sé cuidar Oficial. No se olvide que yo estuve en la guerra, y perdí un ojo y con el ojo que me queda puedo mirar bien lo que pasa.
Oficial – Igualmente, cuídese. Dígale a su vecino de abajo ese que parece “un loco” que le haga compañía. Usted sabe, si ve que hay dos personas seguramente no se va a aprovechar de un anciano.
Viejo – Tiene razón oficial, voy a invitar al loco a cenar, a tomar unas copas y a jugar a las cartas. Le va a hacer bien estar con alguien. Somos vecinos desde hace algún tiempo y los dos estamos solos. Yo por viejo y el por loco.
Oficial – Chau Abuelo, yo por las dudas también le voy a avisar al vecino de al lado. Al marido de la maestra. Le voy a decir que si escucha algún ruido que me llame. Sé que a veces pasa las noches sin dormir, se desvela cuando su mujer corrige exámenes de literatura y a veces sale a caminar.
Relator – La escena se desarrolla en la comisaría. El oficial interroga al loco
Oficial – ¿Estás nervioso?
Loco – Siempre estoy nervioso, algunos se creen que estoy loco.
Relator - La enfermedad había agudizado sus sentidos. Tenía la sensación del oído agudo. Oía todo, ¡Absolutamente todo! Y se inquietaba ante el sonido más insignificante.
Loco - Entonces, Escuchen y presten atención con qué tranquilidad, con qué cordura puedo contarles toda la historia.
Oficial -  No te hagas el loco. Te tuve que esposar porque pareces peligroso…. Será mejor que empieces a confesar todo.
Loco - Me resulta imposible decirles cómo pasó por mi cabeza esa idea la primera vez. Pero, una vez concebida, me persiguió día y noche. ¡Me entiende, día y noche!
Oficial – ¿Y qué me decís del viejo?
Loco - ¡Yo lo quería mucho a ese viejo!  Nunca me había hecho nada malo. Nunca me había insultado. No quería su plata, ni nada de valor. ¡Creo que fue su ojo color azul desencajado el que me helaba la sangre! Y así, muy sencillamente, fui pensando en quitarle la vida al pobre viejo y quitarme de encima ese ojo para siempre. ¡No quería ver más a ese ojo! ¡Me entiende! ¡Me entiende! ¡Me entiende oficial!
Oficial – Vos estás loco.
Loco - Usted creerá que estoy loco. Debería haberme visto con qué sabiduría procedí Con qué cuidado, con qué previsión. Muy disimuladamente me puse a trabajar. Nunca había sido tan amable con el viejo como esa semana antes de matarlo. Y cada noche, cerca de la medianoche, yo hacía girar el picaporte de la puerta de su dormitorio y la abría con mucho cuidado. Y después, asomaba mi cabeza, para verlo durmiendo. Prendía mi linterna, con mucho cuidado de no despertar el sueño del viejo. Me llevaba como una hora hacer todo ese procedimiento. ¡Ja! ¿Podría un loco actuar con tanta prudencia?
Y luego, cuando ya estaba bien dentro de la habitación, le apuntaba el rayo de luz al ojo del viejo.
¡Quería ver el reflejo de la luz en su ojo de vidrio!
Hice todo esto siete veces, cerca de la medianoche, pero siempre encontraba el ojo del viejo cerrado y era imposible hacer el trabajo, ya que no era el viejo quien me irritaba. ¡Era su ojo!
Relator - Cada mañana, “el loco“, iba con miedo a la habitación del viejo y le hablaba decididamente, llamándole por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. La octava noche, fue más cuidadoso cuando abrió la puerta tan lentamente que el minutero de su reloj pulsera se movía más rápido de lo que se movía su mano.
La habitación estaba tan oscura como la noche más cerrada, ya que el viejo cerraba las persianas por miedo a que le entraran los ladrones; “el loco” abrió la puerta y cuando intentó encender la linterna, se le resbaló y el viejo se despertó gritando:
Viejo  -¿Quién anda ahí?
Loco - Me quedé quieto, no dije nada y aproveché la oscuridad para disimular mi presencia y durante una hora entera, no moví ni un músculo y mientras tanto no volví a escuchar al viejo. Pero aún estaba sentado en la cama. Oí, de pronto un quejido y supe que era el quejido del terror mortal. No era un quejido de dolor o tristeza. ¡No! Era el sonido ahogado que brota del fondo del alma cuando alguien tiene miedo. ¡El viejo tenía miedo! Podía darme cuenta por su respiración.
Oficial -  Y eso te gustaba loco, asustar al viejo. Creo que llegaste muy lejos.
Loco – Perdón Oficial, su ojo me atemorizaba. Yo Sabía que el viejo estaba asustado porque predecía lo que le iba a pasar.
Oficial – Y así y todo decidiste matarlo… Sos un asesino…
Loco - Sabía que él había estado despierto desde el primer ruido. Sus miedos habían crecido desde ese momento. Había estado intentando imaginar que aquel ruido era inofensivo, pero no podía. Se había estado diciendo a sí mismo:
Viejo - "Debe ser el viento en la chimenea, o será un ratón que camina sobre el suelo",  "No, debe ser un grillo que chirrió una vez".
Loco - Todo es inútil, ya que la muerte, se le acercaba y lo envolvía como a una víctima. Y aunque no veía ni oía nada, sentía la presencia de la muerte dentro de la habitación. Luego esperé un largo tiempo, muy pacientemente, y decidí prender la linterna.
Relator – Finalmente el rayo de luz, cayó de lleno sobre el ojo del anciano. Su ojo estaba abierto, bien abierto y “el loco” se enfureció porque ese ojo lo miraba, y el veía con total claridad, ese ojo color azul fuerte, que le clavaba su mirada y le helaba el alma. El oficial irritado escucha atentamente la confesión, sin entender nada.
Loco - ¿No le he dicho que lo que usted cree que es locura es solo mayor agudeza de los sentidos? Luego llegó a mis oídos el sonido del latido del corazón del viejo. ¡Aumentó mi furia, como el redoblar de un tambor! Sin embargo, me contuve y seguí callado. Mantuve la linterna inmóvil. Intenté mantener con toda firmeza la luz sobre el ojo. Mientras tanto, el infernal latido del corazón iba en aumento. Crecía cada vez más rápido y más fuerte a cada instante. El terror del viejo debe haber sido espantoso. El ruido era cada vez más fuerte, más fuerte... ¿Me entiende? Le he dicho que soy nervioso y así es. Sin embargo, por unos minutos más me contuve y me quedé quieto.
Oficial -  ¿Por qué no se fue en ese momento?
Loco – Lo intenté Oficial pero el latido del corazón del viejo era cada vez más fuerte, más fuerte. Creí que aquel corazón iba a explotar, él estaba muerto de miedo.
Oficial- El viejo ¿No lo descubrió?
Viejo – ¿Quién anda ahí?
Relator – Grito atemorizado el viejo
Loco - ¡Los vecinos podrían escuchar el latido del corazón! ¡Al viejo le había llegado la hora! Con una fuerte presión, ¡lo ahogue! El viejo gritó una vez, sólo una vez… y después… nada…
Oficial – ¡Que animal!, lo asesinó.
 Loco - Luego, lo tiré al suelo. Después sonreí alegremente al ver que el hecho estaba consumado. Pero, durante muchos minutos, su corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Finalmente, cesó. El viejo estaba muerto. Lo quité de la cama y examiné el cuerpo.
Sí, estaba frío y, duro como una piedra. Pasé mi mano sobre su corazón y allí la dejé durante unos minutos. No había pulsaciones. Estaba muerto. Su ojo ya no me preocuparía más. Nunca más.
Relator – El loco tomó precauciones para esconder el cadáver. La noche avanzaba y trabajó con rapidez, pero en silencio.
Loco - En primer lugar descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, los brazos y las piernas. Después levanté tres planchas de madera del piso de la habitación y deposité los restos en un hueco. Luego coloqué las tablas con tanta inteligencia y astucia que nadie, podría detectar nada extraño. Limpié todo; no quedaban manchas de ningún tipo, ni siquiera de sangre. Había sido demasiado precavido para eso. Todo estaba guardado. ¡Ja, ja!
Relator - Cuando terminó con estas tareas, eran las cuatro de la mañana... Estaba todo oscuro. Al sonar las campanadas de la hora, golpearon la puerta de la calle.
Loco -  Bajé a abrir muy tranquilo, ya que no había nada que temer.
Oficial – Buenas noches, señor. Somos de la policía, tenemos una denuncia y quisiéramos revisar su domicilio. Permítales a mis dos agentes pasar.
Loco – ¿Que pasó oficial?
Oficial – Un vecino sintió un grito y venimos a investigar.
Relator – El marido de la maestra escuchó un grito y había hecho una denuncia a la policía.
Loco - Sonreí, ya que no había nada que temer.
Relator – El loco dio la bienvenida a los caballeros y contó que el alarido había sido producido por el mismo durante un sueño.
Oficial – El viejo que vive aquí ¿dónde está?
Loco – Oficial el viejo se fue de viaje, al campo. Pasé, conozca la casa. Registre bien sáquese las dudas.
Oficial – Que extraño, pensé que el viejo estaba enfermo.
Loco – Pase por acá oficial esta es su habitación, mire estos son sus tesoros, seguros e intactos.
Relator - Con mucha confianza, el loco llevó más sillas al cuarto y les dijo a los oficiales que descansaran allí mientras él, colocaba su silla encima del mismo lugar donde reposaba el cadáver de la víctima. Mientras tanto el Loco pensó que había convencido a los policías. Mientras los cuatro hablaban sobre temas triviales, se empezó a sentir mal e intentó echarlos. Pero ellos estaban muy cómodos allí.
Loco - Me duele la cabeza. ¿No escuchan ustedes ese sonido?
Relator -  Pero ellos se quedaron sentados como si nada y siguieron conversando mientras tomaban café.
Oficial – Señores agentes, evidentemente el viejo ojo de vidrio se fue al campo. Seguramente el vecino de al lado habrá escuchado mal. Nos tomamos otro café, y después nos vamos para la comisaría con las primeras luces del día.
Relator – El “loco” escuchaba el ruido más claro, cada vez más claro. Se había puesto muy pálido, y habló con más fluidez y en voz más alta. Sin embargo, para “el loco” el ruido aumentaba. Era un sonido bajo, sordo, rápido... como el sonido de un reloj de pulsera envuelto en algodón. Tic, tac, tic, tac, tic, tac, continuo.  En la Comisaría cuando dio testimonio, casi gritando dijo:
Loco - El ruido seguía aumentando. Me puse de pie y empecé a discutir con los oficiales con voz muy alta, pero el sonido crecía continuamente en mis oídos. ¡Me molestaba!!!
Relator – El loco quería que se fueran, pero ellos seguían haciendo tiempo en su departamento.
Oficial -  Riquísimo el café, Gracias señor por invitarnos. No le molesta que nos quedemos hasta que amanezca.
Relator - Caminó de un lado a otro con pasos fuertes, como furioso por el piso de madera; pero el sonido lo escuchaba cada vez más fuerte. Balanceándose en la silla sobre la cual se había sentado, golpeaba con las patas las tablas del suelo, pero el ruido, para él, aumentaba su tono cada vez más alto. Crecía y crecía y era cada vez más fuerte. Mientras los hombres seguían conversando tranquilamente y sonreían.
Loco - ¿Es posible que no oigan? ¡Dios Todopoderoso!
Oficial -  Que le pasa Señor, lo veo intranquilo.
Loco -  ¡No, no! ¡Claro que oyen! ¡Y sospechaban! ¡Ustedes lo saben! ¡Se estaban burlando de mi horror! Cualquier cosa es más soportable que este espanto. ¡Yo no aguanto más esas hipócritas sonrisas!
Oficial – Cálmese, ¿Qué es lo que usted escucha?
Loco -  Escuchen... ¡más fuerte..., mas fuerte..., más fuerte! -¡No finjan más, malvados!
 ¡Confieso que lo maté! ¡Lo maté! ¡Levanten esas tablas!...
¡Es acá, es acá! ¡ Es acá donde está latiendo su horrible corazón!

sábado, 9 de junio de 2018

EL ÚLTIMO SECRETO DE ENNIO MORRICONE: Como compuso la música de La Misión


LA PARTITURA ES UN SELLO IMBORRABLE 

La música descubre talentos que el mundo creía perdidos.

* Por Pablo Demkow




En la película "La Misión" se produjo la mayor injusticia en la entrega de los Oscar a la mejor banda sonora (Hollywood le negó la estatuilla a Morricone por estar afiliado al partido comunista italiano. Sin embargo el público la consagró a pesar de todo.
Ennio Morricone nació en Roma en 1928 y en 2020 nos dejó a los 91 años en su gira internacional número sesenta y dos.
Un hombre simple y dedicado no puede dejar de componer y dirigir orquestas convocando a miles de seguidores que lo aplauden de pie en dada una de sus presentaciones internacionales que realiza año tras año pesar de su edad. O tal vez deberíamos decir que el maestro crece en años gracias a la música que nos regala a diario.
Comenzó a trabajar profesionalmente setenta y cuatro años atrás y lo acompaña su esposa María Travia luego de sesenta y cuatro años de matrimonio junto a sus tres hijos. Una historia de amor que soportó el talento y la gloria, los viajes y los ensayos de una vida cargada de trabajo y éxitos.
Compuso más de 500 bandas sonoras de películas y series de televisión y nadie como él supo poner un sello en los momentos culmines de escenas que con su música inmortalizó.
Su paso por américa fue trascendente. Hollywood es la meca de la imagen y Morriconi es el sonido a pesar que nunca se llevaron bien.
Antes de morir Ennio Morriconi reveló uno de sus grandes secretos: Como compuso la música de La Misión.





El compositor de más de 500 bandas sonoras,  escribió  melodías únicas como el silbido de “El bueno, el malo y el feo” (1966) o el magnífico solo de oboe de “La misión” (1986), resulta ante todo un señor afable y disponible, que cuenta anécdotas y secretos con el mismo ritmo musical de sus composiciones.
La música de La Misión nació de una obligación. Tenía que escribir un solo de oboe, se desarrollaba en América del Sur en el siglo XVI y tenía la obligación de respetar el tipo de música de ese periodo. A la vez tenía que escribir una música que representara también a los indios de esa región. Todas esas obligaciones me encadenaban (…) Pero también lograron que saliera algo claro”, contó.
Investigando música sud americana  del siglo XVI encontró partituras que lo inspiraron en la realización. En un solo autor pudo encontrar desde el barroco europeo, hasta melodías guaraníes al son de una música litúrgica utilizada en esos precisos momentos en que sacerdotes misioneros se adentraban en la selva simplemente con una biblia y un instrumento musical.  
Pero esto forma parte de otra leyenda.
Se descubrió no hace mucho tiempo que un músico inmigrante italiano que formó parte de las misiones jesuítica en Córdoba sería la inspiración de la banda sonora de la Misión y es tan apasionante que hizo que Morricone utilizara sus partituras. Se llamó Domenico Zipoli, había nacido en la Toscana en 1688 y fue un majestuoso compositor de barroco. Tuvo influencias de Bach, Handel y Scarlatti en sus creaciones y dejó un legado inconcluso en Italia. De un día para otro desapareció sin dejar rastro.
Cuando el británico Roland Joffé le encargó a Ennio Morricone la banda sonora de la película “La Misión” protagonizada por Robert de Niro y Jeremy Irons. Morricone debió investigar sobre músicas autóctonas que se interpretaban en las reducciones jesuíticas de Argentina, Paraguay y Brasil. De allí surgió “Gabriel´s oboe” un interpretación muy pura, sencilla y espiritual acorde al paisaje selvático con una imagen fuerte al comienzo de la película cuando el padre Jesuíta es arrojado por los indígenas a las Cataratas del Iguazú.


El Padre Gabriel era un misionero de La Compañía de Jesús que intentó junto con sus hermanos de congregación evangelizar a los indios Guaraníes. El padre Gabriel (Jeremy Irons) encabezó la labor pastoral en solitario acompañado solamente de una Biblia y un oboe.  

Sin duda que la investigación de Ennio Morricone dio frutos y en toda la película utilizó partituras que luego arregló tomadas de testimonios hallados en las misiones jesuíticas. Esas composiciones poseían un cuidado y especial toque barroco influenciado por los sacerdotes europeos que llegaban a América en épocas de la colonia española y portuguesa.

La música de los misioneros jesuítas llevaba la firma de un hermano que nunca llegó a  ser sacerdote, morador de las reducciones de Córdoba que firmaba como Domingo Zipoli y recién en 1941 se pudo establecer que el Domenico Zipoli desaparecido de Italia y el Hermano Domingo Zipoli eran la misma persona.

La música de Zipoli en su período americano está teñida de un carácter en apariencia distinto al de la producción europea. Es posible que el compositor haya adaptado su estilo a la tradición jesuítica local de las misiones, de raíz española y tronco italo-germánico. Asimismo, parece haber estado escribiendo para un público no familiarizado con las convenciones formales y expresivas europeas de la época: buscó el efecto directo sin pérdida expresiva, y apeló a la sencillez del ensamble sin desmedro del virtuosismo individual.

Como Domenico Zipoli abandona Italia y llega a la Argentina transformado en hermano jesuíta también es llamativo.


La princesa de Forano María Teresa Mayorga Renzi Strozzi, amante de la música barroca y espectadora de Zipoli utilizando sus recursos económicos apoyó al músico en la composición de la "Sonate d'Intavolatura per órgano e cimbalo" y tanto ella como su madre habían establecido un centro de reunión de los altos círculos intelectuales y artísticos, entre cuyos concurrentes se encontraban también los compositores de mayor fama. Tanto la madre de María Teresa Strozzi, marquesa Ottavia di Scipione Renzi, como ella, pertenecían a la Arcadia Romana, en su condición de poetisas y literatas.
Zipoli además de haber recibido apoyo económico de la princesa, se cree que le dedicó la cantata para soprano continuo "Dell' offese a vendicarmi", sobre un hermoso texto dramático. Las obras se hallan en las bibliotecas de Marburgo y de Dresden.
Según algunas versiones el príncipe de Forano Lorenzo Francesco Strozzi, creyó que Zipoli cortejaba a su mujer y ante un escándalo, el músico decidió desaparecer de Italia y ante una vocación religiosa decidió incorporarse en Sevilla a la Compañía de Jesús para ser enviado como misionero al Río de la Plata.

Él encuentra en la música la forma de acercarse a Dios. Bajo las Bóvedas del Gesú cuando improvisa como corresponde aún 'maestro di capella' va encontrándose no sólo con la melodía, sino con el Dios al que la música alaba.

Da el paso decisivo y entre las solicitudes recibidas para pasar a las Indias no ha resultado inadvertida la suya. Su deseo de incorporarse a la Compañía y de misionar en el Río de la Plata es aprobada.

Zipoli de puño y letra recibe este interesante testimonio escrito de su superior "Pero además quiero serte franco. Has llegado a una rara excelencia en la música y también yo creo que el nuevo mundo necesita tus servicios. Pero la música es un producto cultural. Vive de una solidaridad delicada con las otras expresiones del alma y de la inquietud del hombre. Tu música encontrará correspondencia con los templos que allí hemos levantado y todavía construiremos y con otros testimonios del arte. Pero me temo que esa correspondencia sea insuficiente. Puede faltarte el sustento inconsciente de tu inspiración. O mejor, mucho mejor, nacer un nuevo estilo para un Mundo Nuevo".

Finalmente se embarcó y llegó al Río de la Plata, quince días permaneció en la Buenos Aires colonial y en una lenta carrera de bueyes partió luego para Córdoba.

Zipoli tomo la decisión de abandonarlo todo, renuncio a la fama y al honor del mundo, e ingreso en las huestes de Loyola. Abandonó la vida cómoda de las ciudades italianas, centros de cultura del mundo de entonces, y dio la espalda a la gloria movido por el profundo deseo de servir a Dios, había finalizado los estudios teologales, pero no vio realizado su propósito de ordenarse sacerdote por la carencia temporaria en Córdoba de obispo que lo consagrara. Llevó más de ocho años en Córdoba cuando "Consumido por una maligna enfermedad contagiosa, que lo había molestado durante todo el año, entregó a Dios su alma, plácidamente como había vivido". Era el 2 de enero de 1726. Falleció en la Reducción de Santa Catalina cerca de Jesús María, a la que se había trasladado buscando posiblemente alivio a su mal. Allí recibió sepultura, no se sabe a ciencia cierta sí en el cementerio contiguo a la iglesia o en el interior de esta.

Morricone escribió una partitura que acompaña de forma magistral los distintos niveles dramáticos del film y que consigue fusionar dos sonoridades diferentes: la música litúrgica y post-renacentista de los jesuítas y la étnica de los indios. De ahí que en la película haya varios cantos corales y religiosos con ciertos toques guaraníes. Dos temas se destacan por encima del resto. Uno de ellos, quizá el más conocido, es el del oboe de Gabriel, una melodía muy hermosa que proporciona una gran sensación de paz. Su composición estuvo condicionado por la capacidad que Jeremy Irons tenía para mover sus dedos en el instrumento.


El mundo conoció a los jesuítas en su tarea evangelizadora en América gracias a la película La Misión, donde se fusionan talentos actorales, con primeros planos y sonidos de la selva. En cuanto a la banda de sonido Ennio Morricone realizó tal vez su mejor trabajo y Domingo Zipoli con sus partituras fue la fuente inspiradora del gran maestro.





La película versa sobre una misión jesuíta en la época de las colonias, concretamente durante el periodo del Tratado de Madrid (siglo XVIII). El Padre Gabriel llega a territorio indio tras la muerte de diversos misioneros y con la esperanza de llevar algo de civilización a los pueblos indígenas. Aparece en medio de la selva tropical con un oboe y una Biblia y, gracias a la música y su buen corazón, pronto se hace oír entre los nativos. La función de la misión, que busca establecer allí el Padre Gabriel (Jeremy Irons), es proteger a los indígenas de los diversos peligros que el mundo civilizado ha trasladado a la selva, como los comerciantes de esclavos, enseñarles un poco de la cultura europea y ayudarles a llevar una vida más cómoda. Cuenta con la ayuda de Rodrigo Mendoza (Robert de Niro), un ex-traficante de esclavos que busca redimirse. A lo largo de la película chocarán los intereses políticos, los monetarios y los pasionales, que se apoderaban de los europeos en aquella oscura selva. Ennio Morricone es el encargado de completar con sus composiciones esta complicada historia.


“No se puede ser músico y prepotente; la música exige la humildad de consultar con otros músicos o instrumentistas sobre la idoneidad de la pieza compuesta… 
Nunca doy una composición por terminada sin un diálogo a ese propósito."

Ennio Morricone.